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Trucos para: ¡La albóndiga perfecta!

  • Foto del escritor: Lunala Art
    Lunala Art
  • 4 abr 2018
  • 2 Min. de lectura

Las albóndigas son consideradas un plato casero y de poca categoría el cual seguramente uno no comería jamás en un restaurante y esto se debe en parte a que suelen estar mal elaboradas por eso la chef Valentina Inglessis comparte con nosotros su secretos para albóndigas simplemente perfectas.


No. 1 La carne. Debe estar recién picada o molida, preferiblemente picada muy fina y nunca puesta a congelar y descongelar pues perdería muchos de sus nutrientes y parte de su sabor. Una mezcla de tres partes de carne de res no tan magra a una de carne de cerdo es ideal, le confiere más gusto y riqueza al preparado.


No. 2. Los elementos aglutinadores. Se requiere de la grasa y la humedad de la yema de huevo. Otro elemento aglutinador importante es la panada (mezcla de pan en leche, caldo o crema de leche, convertida en puré). Cuando utilizamos el huevo completo con su clara y en lugar de una panada utilizamos harina o pan rallado, la albóndiga tenderá a quedar dura y seca.


No. 3. El sabor. No debe ocultarse con demasiados condimentos. Un poco de ajo, sal, pimienta y algo de queso parmesano harán de las suyas.


No. 4. El amasado y las bolitas. El preparado queda más suave, mientras menos lo amasemos, preferiblemente usar una buena espátula para unir en forma de batido todos los ingredientes. Esta técnica colabora a que la grasa se mantenga dentro de las albóndigas y también causa que las proteínas de las carnes se unan mejor, evitando que las albóndigas se resquebrajen en el momento de freírlas. Para hacer las bolitas lo mejor es tener un envase con agua e ir humedeciéndose las manos cada dos o tres albóndigas para evitar que la carne se pegue a nuestra manos. El tamaño ideal es el equivalente a tres cucharadas de preparado de carne , las bolas deben formarse suavemente con la palmas de nuestras manos.


No. 5. La cocción y el sartén. Las albóndigas no son una versión pequeña y redonda de una hamburguesa cuya carne casi sin condimentar se puede cocinar a término sangrante, medio, tres cuartos o bien cocida. Las albóndigas inevitablemente deben estar bien cocidas, de lo contrario soltarían la sangre en la salsa, causando un mal sabor en la misma y alterando su calidad. Conviene freírlas a fuego medio, no alto, para que no se quemen por fuera y queden crudas por dentro y en un sartén pesado, que permita ir dejando restos los cuales se usarán posteriormente en la culminación del plato.


No. 6. El terminado en su salsa. Asumiendo que tenemos una buena salsa marinara o napolitana, el último paso consiste en desglasar con la salsa el sartén donde se frieron las albóndigas para que la misma adquiera más sabor, luego hervirla unos minutos en ese desglasado. Para terminar incorporamos las albóndigas con sumo cuidado en la salsa que debe hervir, pero a fuego suave y las dejamos cocinar unos 5 minutos.


No. 7. El acompañamiento. Lo ideal con estas albóndigas en salsa es acompañarlas con arroz o bañar una suculenta porción de espaguetis, culminando con un chorro de buen aceite de oliva y queso parmesano.


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